«Acepté la invitación de ir a “ver” una reunión cristiana. Y allí fui transformada por la enseñanza de un obispo que decía: “En su amor, Dios se inclina sobre la miseria de los seres humanos”. En ese mismo instante, fui invadida por un calor increíble: ese amor de Dios se me revelaba personalmente y me visitaba en mi cuerpo y en mi corazón. Inmediatamente fui consciente de mis pecados y deseé hablar con un sacerdote. Me recibió un hombre extremadamente amable y atento, y me confesé. Él tenía lágrimas en los ojos ante mis sollozos de arrepentimiento. Como penitencia, me pidió rezar por él. En un instante, recibí en mi corazón el amor de Dios, de la Iglesia y de sus sacerdotes. Después de este hecho, mi visión sobre Dios, sobre mí misma y sobre los demás cambió radicalmente. Desde ese día, rezo por mis pacientes confiando cada mañana a Dios mi inteligencia, mi alma, mi corazón, mis manos, todo mi ser, para servirle a Él a través de mi prójimo que sufre»
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*COMENTARIO:* Padre, ¿no hay palabras de más consuelo para esa pregunta de
la tristeza?
*RESPUESTA MÍA:* La respuesta es que Dios es la alegría y la f...
Hace 2 meses
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